Sí, en vez de La vuelta al mundo en 80 días, ahora es 80 mundos en un día; la anterior, es una frase prestada que en los últimos días he escuchado recurrentemente, y en buena medida describe el transcurso de las últimas horas: traslados de un lugar a otro y de regreso, se recorren distancias, tanto físicas como imaginarias.
Así, el viaje del día de hoy comenzó con una tromboflebitis femoral, afortunadamente ésta sólo se quedó plasmada en papel, de lo contrario, me hubiese inmovilizado y me hubiera impedido llegar a un seminario en la Facultad de Psicología, en el que me traslade momentáneamente de los movimientos sociales en Egipto a la preservación del Casco Antiguo de la ciudad de Panamá, al ser patrimonio cultural de la humanidad; después, fue necesario realizar una escala en un proyecto de educación para la paz aterrizado en el área universitaria.
Una vez terminado el pequeño tour, era necesario correr hacia la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales para llegar a tiempo para un recorrido por las ideas falsas de la globalización; posteriormente, minutos después de las 6:00 p.m., mis compañeros y yo nos trasladamos al pasado hasta llegar al jardín de niños, dónde cada uno plasmó sus ideas en un trozo de papel, con ayuda de las antiquísimas crayolas....
No conforme con ello, había que regresar al lugar de origen; el camino de regreso no fue menos agradable: una hermosa luna alumbraba el camino, mientras caminaba con excelente compañía; sin embargo, el cuerpo humano, siempre tan latoso, reclamaba suministros de energía, un par de galletas no fue suficiente, así que un helado de yogurt con muesli salió a escena para proveer de complementos nutrimentales; finalmente... después de tantos mundos, las piernas y neuronas agotadas están... justo ahora reclaman un descanso prolongado...