viernes, 25 de febrero de 2011

De un orador a un músico

En días recientes, una idea ha asaltado mis pensamientos de forma recurrente, me es complicado escribir sobre ello porque no quisiera herir susceptibilidades, ni que se prestara a malas interpretaciones; sin embargo, siento la necesidad de escribirlo, pues a estas alturas, mi memoria acude libremente a los recuerdos sin tener que sufrir por ellos.

Antes que nada, debo aclarar que no pretendo hacer una comparación entre oradores y músicos, particualarmente, aunque pudieran resultar útiles, no me agradan las comparaciones, pues casi siempre resultan subjetivas, terminan exponiendo los criterios del comparador; además, no conozco ni a todos los oradores ni a todos los músicos, me refiero a un orador y a un músico en particular.

Por lo tanto, más que comparar, pretendo expresar una especie de transición personal, para ello, los referentes de la oratoria y la música me resultan altamente significativos: esta metamorfosis de las palabras a las notas musicales, describe una parte importante de mi vida... aclaro, una vez más, que cualquier cosa que pueda escribir al respecto es totalmente subjetiva pues estuve enamorada de un orador y hoy amo a un músico...así que mi afectividad es inherente en estas líneas..



Así, transité de oir un excelente discurso, con cada palabra cargada de referentes y significados, pero con las complicaciones de interpretación propias del lenguaje... a escuchar una pieza musical, sin palabras, pero repleta de vibraciones, de sonidos abstractos que muchas veces comunican más que mil palabras, tal vez, por eso dicen que la música es el lenguaje universal.


De un monólogo a un diálogo...
De la incertidumbre a la seguridad...
De las ilusiones a las acciones...
De las ausencias a las presencias...
Del desaliento a la esperanza...
De la indiferencia a la reciprocidad...
Del enamoramiento, al amor...


Escribiendo, descubro que no son las palabaras ni las notas musicales las que in-comunican por sí mismas; las rupturas se presentan por la ausencia de vínculos, pues sin ellos, ningún sonido puede adquirir resonancia alguna...



2 comentarios:

  1. No entiendo porque pasar de un orador a un músico, pareciera que es una transición, sin embrago los dos tienen algo en común, que los dos pueden amar lo que hacen, mediante el arte de su quehacer.

    ResponderEliminar
  2. Arturo,

    Antes que nada, muchas gracias por leer y por tus comentarios, espero no haberte aburrido demasiado con mis debrayes...jeje...

    Y respecto a la entrada, todo lo escrito es totalmente subjetivo, no quiero decir que los músicos son mejores que los oradores, ni mucho menos, sólo es un poco de mi experiencia personal...igual que tú, creo que la labor tanto de oradores como de músicos es muy valiosa.

    ¡Saluditos! :)

    ResponderEliminar