viernes, 1 de abril de 2011

Dejando el nido

Y  había llegado el momento, después de todo, no hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla, incluso para Naila, a quien eso de elegir casi siempre le resultaba complicado, pues era (tal vez en exceso) reflexiva por naturaleza…

No podríamos pedir demasiada agilidad a una tortuguita como Naila, quien recién salía del cascarón y que por mucho tiempo había gozado de la protección tanto de su nido como de los otros miembros de su grupo, es verdad que también había interactuado con otras especies, en especial con los seres humanos (tan temidos por todos, al tener fama de depredadores), pero afortunadamente siempre fueron amables con ella, había tenido suerte de que su madre hubiera elegido desovar en una playa protegida.

Así, el fin de la primavera anunciaba que el tiempo se agotaba, se aproximaba el momento de dejar el nido, tenía que hacerlo para sobrevivir, no podía quedarse eternamente en la playa; sin embargo,  no era la única que estaba en tal situación, toda su generación debería estar más o menos en el mismo proceso... el primer reto a enfrentar para todas consistía en llegar al mar.

Parecía sencillo, nada que no pudieran hacer, ¿qué dificultad tendría el caminar por la playa hacia el mar?... en realidad para las tortuguitas era un importante prueba, en unos cuantos metros de playa podrían perecer ante el ataque de muchos depredadores naturales, pero el peligro más importante lo representaban las personas que utilizaban tanto la carne como los huevos de tortuga para consumo propio o para comerciar con ellos. 

Por lo tanto, Naila debía saber bien por dónde ir; era una tortuga, la cautela la llevaba consigo, pero no convenía valerse demasiado de dicha cualidad, pues esta vez el tiempo no estaba totalmente de su parte, tenía una noche para llegar a la costa, no podía tardarse demasiado o de lo contrario, al amanecer las situación se le complicaría enormemente.

Aunado a ello, la precaución más importantes a tomar en cuenta era no confundir el camino, por incercia, las tortugas tienden a seguir los puntos más luminosos, Naila debía evitar deslumbrarse, pues de lo contrario podría llegar a cualquier lugar, menos a su objetivo: el mar.

Tal vez ese era el principal temor para Naila: confundirse, ¡y vaya que  en la playa existe un sin fin de luces brillantes!, aunque una vez que te acercas puede resultar que no sean luces auténticas, pero ese tipo de descubrimientos no se perciben a simple vista y cuando te das cuenta puede resultar demasiado tarde...

No obstante, no todo era malo, la ventaja de Naila esque su nido se ubicaba en una playa protegida, entonces, ella, al igual que sus compañeras, podían contar con la ayuda de voluntarios, cuya única y gran motivación residía en tener la oportunidad de ver a las tortugitas adentrarse en el mar.

Aunque no todos los voluntarios estaban comprometidos o bien preparados para orientar a las tortuguitas, pues algunos no entendían que su ayuda consistía en brindarles apoyo para que crecieran por su propia cuenta, que necesitaban consejos, más no que se les impusiera una dirección.

Después de todo, Naila está dispuesta a salir del nido, atravezar la playa y llegar al mar, con todo lo que ello implica... ahora tiene una idea más clara de qué le espera, así como del camino que elegirá, también está en busca de uno de aquellos voluntarios que le ayude a hacer más llevadero el cruce por la playa, tiene en mente a un par de ellos, les tiene confianza porque los conoció cuando la ayudaron mientras todavía estaba en su nido... ojalá puedan coincidir nuevamente. 

Naila ha empezado ya a dar sus primeros pasos fuera del nido.... la noche aún es larga, pero el tiempo transcurre a una inmensa velocidad, por lo que la tortuguita deberá avanzar cautelosa y rápidamente para poder llegar a su meta. 

Además, Naila sabe muy bien que llegar al mar es vital, pero también está consciente de que una vez que se adentre en las aguas oceánicas, deberá estar preparada para nuevos desafíos, se enfrentará a depredadores con los que no está familiarizada y posiblemente ya no habrá más voluntarios que le ayuden; pero tampoco estará completamente sola, nunca lo ha estado, pues aunque no estén presentes físicamente, tendrá en cuenta las enseñanzas y consejos de todos quienes hicieron posible que ella ahora este a algunos metros del inmenso mar...

No hay comentarios:

Publicar un comentario