viernes, 29 de abril de 2011

Día del niño

El miércoles pasado no pude dejar de sentir ternura cuando escuché la siguiente frase en una película: "Cuando comencé a comprender los asuntos de los grandes fue porque sin darme cuenta había dejado de ser chico"... y es que queramos o no, la naturaleza hace su trabajo en nosotros: crecer, con todo lo que ello implica... ¿dejar de ser niño?, ¿convertirse en adulto?... ¿perder la inocencia?, ¿asumir responsabilidades?....

Algunos dicen que la niñez es la etapa más feliz del ser humano, no podría asegurarlo, pero quizás lo que más aprecio de los pequeños es su capacidad de creer y crear. Pensando en ello, recordé que hace algunos años escribí algo más o menos así:


Cuando sea mayor de edad.



En realidad muy pocas veces me he puesto a pensar en esto, en pocas ocasiones me he preguntado: ¿cómo seré de grande?, ¿qué haré?, ¿cómo lo haré? y ¿por qué lo haré?, la verdad es que ni siquiera tengo la seguridad de que llegaré a la mayoría de edad, pero algo es cierto: si tuviera la oportunidad de ser  adulta, lucharía por ser mejor cada día, me fijaría metas, y lo más importante, trataría de cumplirlas.



 Cuando fuese grande no quisiera pensar en el pasado, ni preocuparme por haber perdido el tiempo, por haber desaprovechado oportunidades o por haber cometido errores; pero tampoco quisiera justificarme de lo que pude haber logrado y no hice, pues todos pasamos por un proceso de aciertos y errores, de ellos tenemos que aprender.



 Cuando sea adulta no quiero ver  a mi pasado como un río de lamentaciones, tampoco quiero esconderme en él para huir del presente, pues el pasado es pasado y nadie lo puede cambiar; pero mi presente y mi futuro son míos y los tengo que aprovechar, ¿cómo lo haré?: no dudando de mi capacidad, no escogiendo el camino más fácil sin antes pensarlo y no haciendo a los demás lo que no quisiera que me hicieran a mí.



 Pero a veces me da miedo ser mayor, no por que implique más responsabilidades o preocupaciones, sino me da miedo porque no quisiera ser como las personas adultas que abundan en este mundo.



 Mucha gente se dice que es mayor, pero ese aumentó sólo lo percibo en el crecimiento físico, pues como persona, en lugar de crecer se van deteriorando, se llenan de odio, deshonestidad, envidia, prepotencia, orgullo, en fin, toda clase de cosas que no nos permiten vivir de una manera armónica.



 En las sociedades creadas por los hombres adultos gobierna la desigualdad, la injusticia y la incongruencia. Los mayores han creado decenas de normas y leyes, ¡según para vivir mejor!, pero ¿de que nos sirve si ni ellos mismos no las hacen válidas, y no las cumplen?



A pesar de todo, tengo la certeza de que existen seres humanos adultos que están dispuestos a mejorar, con ello crecen mis esperanzas y deseos de llegar a ser mayor de edad. También tengo la responsabilidad de crecer, crecer verdaderamente y ser útil a mi sociedad, de luchar por su beneficio y por mi propia felicidad.



TENGO EL DERECHO Y EL DEBER DE SER MAYOR PARA PODER SER MEJOR.



Ahora, después de aproximadamente ocho años, cuando oficialmente ya soy una adulta, me doy cuenta que en el camino ando, pero todavía queda mucho por hacer para satisfacer los deseos de mi "pequeña yo"; no obstante, a mis 22 años, espero aún tener mucho de aquella niña...

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